- agosto 29, 2017
- MORROPON
NOSTALGIA MORROPANA
Gilberto Mendoza Chávez.
Siete de la mañana. El invierno,
asesta sobre mi rostro la más fría de sus caricias; y, mientras pedaleo, me
desplazo en mi único medio de transporte: una modesta bicicleta montañera.
Mientras zigzagueaba los vehículos con la mirada fija al volante y - a falta de
música- entonaba un tondero: " Para tocar tondero netamente de
Morropon..." Mi corazón que, con su latir, repicaba de emoción al ritmo de
su melodiosa letra y, al mismo tiempo, mi memoria realizaba un recitar de
recuerdos como quien recita una cumanana. Todo lo que mis sentidos percibían lo
relacionaba a Morropón : un árbol, el cielo, las aves … En esa mirada
retrospectiva a mi pasado, terminaba invadido por la nostalgia que, ante las
bajas temperaturas , me ofrecía calor en este frio invierno. Ese calor
entrañable de mi tierra; como entrañable es el calor de su gente. ¡Cuánto
recuerdo junto! Más orgulloso que nunca me sentía el haber nacido en Morropón.
"Y luego el rasqueteo de las
guitarras retumbaran…" Mientras seguía entonando - mejor dicho,
desentonado - las notas del aquel legado musical, en mi recuerdo retumbaban una
serie de vivencias que me transportaban a mi querido terruño: sus calles y
avenidas, sus plazas y gente, sus cerros y campos... Había transcurrido tres
décadas desde que mi primer llanto se confundía con el cántico de las aves (las
de corral, claro está). Tres décadas desde que sentí las primeras y suaves
manos de una partera que asistía a mi madre. Es decir, treinta años habían
pasado desde aquel día en que nací. En mi exilio voluntario, lejos de mi
Morropón querido, me asaltan los recuerdos de mi tierra: recuerdo cuando apenas
un "churre" me desplazaba por la Avenida. San Martín que conectaba
con el Jirón. Adrianzén, y con el lomo arqueado sosteniendo una pesada canasta
llena de pan me dirigía a mi centro de trabajo: la plaza Grau, este lugar
encantador que fue testigo de cómo iba creciendo, es aquí , donde mis padres,
modestos y humildes panaderos, realizaban la venta del pan. Como no recordar
esta enigmática plaza, este acogedor y colosal cuadrilátero adornado por una
variedad de plantas que la pintan de verde, y en el centro el solemne “busto”
del Almirante Miguel Grau, que no solo engalana y nos llena de orgullo, sino
que le presta su apellido a esta plaza; durante el día servía como el epicentro
del comercio morropano, y por las noches como lugar predilecto para la
distracción y el esparcimiento de su gente. En la actualidad -según información
de mis paisanos- la mencionada plaza se encuentra despojada del comercio que,
como era de esperarse, le permite mostrar todo sus encantos.
“Empieza lo rico bueno del
tondero …” Seguía voceando la ingeniosa y memorable letra del tondero; avanzaba
por las calles de España en este diván de dos ruedas que, a la velocidad con
giraban sus ruedas, me permitía ver rodar mis recuerdos. Y mi mente dibujaba la
imagen ideal, el dibujo cumbre, simplemente, el retrato de mi querido Morropón.
Otra vez terminaba invadido por la mundología que me evoca los recuerdos de
haber nacido y crecido en Morropón. Esta vez , empiezo a bordar su imagen con
hilos de mi recuerdos; en mi mente habitaba la Plaza de Armas que, como todas
la plazas céntricas, tiene la dicha de estar cerca del conglomerado de
plegarias de su gente, porque frente a ella está la embajada de la fe y la
devoción : el templo San Isidro. Por el otro extremo el colegio "Santa
Rita", este enorme claustro educativo que no pudo estar mejor situado que
frente a la Plaza de Armas, toda una belleza arquitectónica plagada de misterio
y sapiencia; asimismo, frente a ella se encuentra el Palacio Municipal, lugar
que sirve como aposento de las autoridades políticas que tienen la gran
responsabilidad de buscar mecanismos que lleven al desarrollo y progreso de
Morropón. Podía acordarme de todo, sin excepción alguna: sus calles, sus
jirones, sus barrios, su estadio, su mercado....todo, absolutamente todo. Y mis
recuerdos no podían estar ajenos de aquellos memorables momentos donde las
precarias aulas de los insignes colegios, "Hernan Mogollon Oyola" y
" Almirante Miguel Grau", desde luego, a través de sus más destacados
maestros nos trasmitían sus conocimientos; hoy en día, estos legendarios
colegios, lucen modernos y reestructurados. Bueno, mi recorrido terminó y hago
un alto en mis recuerdos, sólo es un alto, porque en mi memoria siempre vivirá
los recuerdos de mi tierra. Yo nací en Morropón pero Morropón vive en mi. Ahora
lejos de mi terruño solamente me queda el consuelo de tenerlo en mi memoria y
convivir con esta NOSTALGIA MORROPANA.